Esa dimensión humana que es la búsqueda del viaje como experiencia vital, no violenta, no forzada, sigue siendo una pregunta que cada quien responde a su manera. Paul Eluard, el poeta de la lucidez apasionada, aconsejaba: «Recorre el campo como un relámpago. Extiende tus manos sobre otros rostros sin razón alguna. Conoce lo que no es tu imagen. Duda de ti, conoce la tierra de tu corazón, que germiné ahí el fuego que te encienda». En su poema «Eres más bella que el cielo y el mar», el escritor Blaise Cendrars decía: «Cuando amas tienes que partir <…> el mundo entero te espera». Y Baudelaire comienza su poema «El viaje» afirmando que «Para el niño, enamorado de mapas y grabados, el universo es del tamaño de su inmenso apetito». Los tres ven al viaje como alimento indispensable de la pasión humana. En este poema esbozo mis posibles respuestas. Algunas de tantas que el viaje impone cada día.
Por Alberto Ruy-Sánchez